martes, 7 de enero de 2014

Editorial / Vecinos

Ciudad perdida
En la Sierra Nevada, al lado de las nubes, están las ruinas de Ciudad Perdida, una joya arqueológica. Ella es un orgullo para todos los colombianos, aunque allí habite la soledad. Pero, de manera contrastante, en la antigua región cafetera florece otra ciudad perdida, con habitantes, pero sin rumbo ni timonel. Esa ciudad se conoce como Pereira.

Todo esto parece concretarse en los altibajos dramáticos de la gestión observada hasta el momento. El alcalde Enrique Vásquez Zuleta, como todo mandatario, es susceptible de cometer errores, pero es más que preocupante el largo rosario de ellos observado por la ciudadanía: el titubeo para actuar frente a la evidente irregularidad documental cometida en la contratación para construir la torre de control del Aeropuerto Matecaña; el tímido manejo de la invasión del espacio público; el desempleo que apenas recién bajó a 13.8 por ciento, pero que sigue dejando a Pereira mal parada; la gris celebración del Sesquicentenario; la falta de recursos que llevó al mandatario a afirmar que “será imposible cumplir con todo lo prometido”; las obras viales inconclusas que se abandonan, en aras de darle prioridad a otras que no son urgentes; los líos aún no aclarados alrededor de las costosas obras de la Calle de la Fundación y su siempre postergada culminación total y, para rematar, el lánguido alumbrado decembrino que ubicó a Dosquebradas como ciudad luz.

Eso, para esbozar un breve listado de los numerosos yerros, pero que omitimos alargar para no aburrir al lector. No tenemos pruebas objetivas para poner en tela de juicio la honradez del alcalde Vásquez, pero un gobernante es quien gobierna y de eso poco hemos podido apreciar los pereiranos en estos casi dos años de su ejercicio.

La falta de gestión ágil, los constantes timonazos, un cierto sinsabor al intuir que allí hay alguien quizá lleno de buenas intenciones, pero que no gobierna; todas esas percepciones son las que rodean la gestión del Alcalde. Y eso no causa alegría alguna.

La ausencia de un carácter ejecutivo en las decisiones acentúa la idea cierta de observar a la ciudad inmersa en un letargo cada vez mayor, algo que se evidencia en el más reciente informe del estudio “Pereira cómo vamos”. Una ciudad perdida entre la maleza de los intereses personales, no de los colectivos.

Coletilla
VECINOS, a lo largo de tres años, ha sido el vocero de la Comuna Universidad y tiene en sus habitantes una recepción más que motivante. Agradecemos ese apoyo incondicional y la credibilidad de la cual gozamos, pero ahora nuevos rumbos marcarán el destino de este periódico ciudadano.


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