jueves, 5 de diciembre de 2013

Ejecutiva / Cordial

Sencillez y buen gusto

María Cecilia Jiménez Montoya desde hace 23 años trabaja en el hotel Movich y en la actualidad es su gerente. Nacida en una familia de tradiciones, muchas de sus cualidades actuales fueron inculcadas allí.

Una mujer dedicada a su trabajo y a su familia, que conserva las tradiciones heredadas y las inculca a sus hijas.
Comer cosas sencillas -como frijoles, carne asada, lentejas o hamburguesa- es uno de los placeres de María Cecilia, una mujer que dirige el más grande hotel de la ciudad y que tiene la posibilidad de acceder a cualquiera de los refinados restaurantes del mismo. Pero sigue prefiriendo la sencillez.

Siempre amable, accesible para cualquiera, se preocupa por cada empleado a su cargo y es frecuente verla preguntando por la salud de cualquiera de ellos o interrogando por qué no se ha ido a descansar la administradora nocturna.

Su padre –el exalcalde y exgobernador Mario Jiménez Correa, en compañía de Cecilia Montoya, su madre- le enseñó las cualidades que en la actualidad luce con orgullo, entre ellas la sencillez, hecho que refleja en el vestuario. “No me gusta exagerar en nada, no soy esclava de la moda, visto de manera conservadora”. Recalca que no le gustan los colores vistosos, por eso prefiere el azul, el café y el negro. Aunque no descarta colores como el rojo y el verde, los cuales usa poco.  

Con sus cuatro hermanos sigue guardando una relación estrecha, de mucha unión y apoyo, aunque ya no se encuentran con tanta frecuencia en La Mina, la finca ubicada en Marsella y que era un lugar permanente de encuentro antes del reciente fallecimiento de su madre.

Ahora la familia se reúne en diferentes lugares durante los fines de semana, aunque sin la asiduidad de antes, pero siempre en contacto unos con otros.

Mujer de familia
“En mi casa fuimos así, sencillos. Nos inculcaron que lo mejor de la vida es sencillo, sin ser esclavos del dinero”, comenta al recordar con alegría sus primeros años de vida.

Aunque estudió ingeniería de sistemas en la Universidad de los Andes y de hecho empezó como coordinadora de sistemas en el hotel Meliá, pronto su perfil se fortaleció debido a un énfasis en administración.

Recuerda con una sonrisa en los labios que su primer trabajo fue como asesora de la iglesia católica para América Latina, en el Celam, al lado del cardenal Darío Castrillón en Roma. Una experiencia que califica como insuperable para su formación.

Amante de los viajes, de manera periódica planea uno, aunque admite que “me gustaría viajar más”, pero sus responsabilidades como madre y gerente se lo impiden. Casada hace más de una década con Rubén Darío Vélez, en la actualidad su familia está compuesta por Mariana (19 años, hija suya), Camila (19, hija de Rubén Darío) y Sofía (10, hija de ambos). Dice con una sonrisa: “el que manda en la casa es mi esposo, él es el hombre consentido”.

Las tres la han contagiado en sus gustos musicales, los cuales comparte con ellas; pero si la ponen a elegir, prefiere la música romántica y la balada pop.

Las hijas mayores estudian en Bogotá, por eso la compañía de Sofía se ha vuelto tan importante para ella. Pasan juntas buena parte del tiempo, de hecho la acompaña en algunas de sus labores diarias en el Movich, un lugar que a ambas les encanta. Se siente tranquila con el desarrollo de sus hijas, pues han puesto en ellas valores y afecto: “lo que se iba  a hacer con ellas, ya se hizo”.

Para María Cecilia los gimnasios no son necesarios, aunque “más o menos me preocupo por la figura, por eso consumo pocas harinas”. Eso sí, le gustan los masajes y por ello asiste periódicamente al spa del hotel. Nunca fue una muy buena en los deportes, tan solo la natación la practica “más o menos bien”, según sus palabras.

Por último, se declara enamorada de la administración hotelera, algo que la apasiona, incentivándola a perfeccionarse y por ello se ha ganado la confianza de los sucesivos propietarios de este, el hotel con mayor número de habitaciones en la ciudad.



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