La palabra “fiesta” es indicativa de una reunión de
personas en un lugar para divertirse o celebrar un acontecimiento especial. Por
lo general, cada pueblo o ciudad le da un nombre para posicionar las
festividades. En Colombia son famosos el Carnaval de Blancos y Negros, el
Carnaval de Barranquilla o la Feria de Manizales, por nombrar en el último caso
el punto geográfico más cerca a Pereira.
En el caso de Pereira, nuestra ciudad se esfuerza por
destacarse con sus fiestas a nivel nacional sin lograr calar. Quizás, porque
carece de una identidad propia. Y cuando el nombre de “Fiestas de la Cosecha” se había posicionado en algunos sectores de
Colombia, este año se reemplazó por “Pereira es una fiesta”. Volvemos a quedar
sin identidad. Sin ese sello personal que deberíamos tener. Porque el próximo
gobernante va a darle su nombre acorde con su slogan de gobierno por
recomendación de sus asesores.
A esto se suma que no le dedicamos el tiempo necesario
para prepararlas y volvemos a caer en los mismos espectáculos normales de todas
las fiestas que se realizan no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial y que
se resume en: trago, comida y baile.
Sólo participé en dos actividades que me llamaron la
atención. La primera, el Safari Nocturno que organizó Ukumari. Fue una
experiencia gratamente sorprendente. Lástima que sigamos pensando en pequeño y
no veamos la grandeza de parque que tenemos en nuestras manos. Si se le diera
esa magnitud, seguramente atraería muchos turistas. Pero, lamentablemente los
mismos habitantes de Pereira le damos ese valor. Les confieso que me sentí como
en un parque de Disney, sólo faltó el espectáculo de luces que diariamente
realizan en estos lugares.
El otro evento que me encantó fue el concierto de Carlos
Vives, Pipe Bueno y nuestra agrupación Alkilados. Un hermoso regalo. Un punto
negro, la empresa encargada de la operatividad del concierto le faltó una mejor
organización en el sentido de haber dispuesto un lugar para los medios porque
en últimas son los periodistas quienes se encargan de difundirlas o que los
chicos encargados de ubicar a las personas tuvieran claro cómo hacerlo.
La moraleja de “Pereira es una fiesta” es: la ciudad
realiza algunos eventos bonitos, pero todavía le falta madurez para darle a las
fiestas de agosto una identidad que atraiga público del resto del país y del
exterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario