¿Cuál movilidad?. Cuando vemos las cifras de
accidentalidad en el Área Metropolitana son sencillamente aterradoras. Al
cierre del primer semestre de este año, según datos oficiales, ya iban 41
víctimas. La mayoría motociclistas. No alcanzaron a llegar a su destino. ¿En
qué momento la moto se popularizó? ¿Antes o después de los sistemas de
transportes masivo?
Valdría la pena que los planificadores y estudiosos
de la victimización por cuenta de los efectos del crecimiento urbano nos
ayudaran, con números en la mano, a comprender una de las problemáticas más
complejas de encarar y resolver por las políticas de sustentabilidad social.
Empíricamente comparto la idea callejera según la
cual la vida nos cambio después del Megabus. Una solución sin consenso
ciudadano y social. Impuesta por el gobierno nacional y las políticas del BID
bajo el supuesto que así se mejoraría la calidad de vida de los habitantes. En
el caso de Pereira fue todo lo contrario. Un fiasco.
Mientras tanto trabajadores, secretarias,
mensajeros, vigilantes, estudiantes y gentes del común seguirán muriendo en
calles y avenidas, porque hicieron de la moto la solución a los problemas del
transporte. Son victimas de un desarrollo que no previó culturalmente
realidades asociadas a la competencia por el espacio público.
Preguntaría al nuevo alcalde qué hará su gobierno
para prevenir y reducir al máximo esta mortandad. No nos pueden salir con
porcentajes lapidarios. Que subieron o que bajaron los muertos y heridos. ¿Cuál
es la política pública para que al final de esta administración tengamos 0
muertos por esta causa?, en una ciudad donde día tras día crecen el uso de la
motocicleta.
Una movilidad donde el numero de vehículos
automotores y motocicletas sigue creciendo (no tengo el dato), es un imposible
cualquier solución. Paños de agua tibia, porque fiscalmente los gobiernos viven
cada vez más del impuesto de rodamiento (tampoco tengo cifras). En resumen: es
una hipocresía absoluta. Los que no llegaron a su destino y murieron no son una
estadística. Son el resultado de ese absurdo llamado desarrollo.
Alabo a quienes, pese a todo, resisten en las calles
desafiando la muerte desde sus ciclas. Protejámoslos.
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