A quién de
niño no le gustaba jugar en charcos. Bueno, al menos a ciertas generaciones,
salir en pleno aguacero a meterse en estos era toda una diversión. Todos los
huecos que habían en el asfalto se tornaban en piscinas deseosas de ser
salpicadas con el alegórico estruendo infantil.
El 22 de
enero leía la versión impresa del diario El Tiempo: “Con la demarcación de la
ciclorruta en las principales calles del centro de Pereira, que funciona desde
ayer, se busca incentivar el uso de la bicicleta y la conciencia ciudadana. La
medida actualmente es solo para las bicicletas”. Reducir el espacio de tránsito
de los vehículos solo genera más embotellamientos, incentivar el uso de la
bicicleta requiere no solo rutas si no un trabajo de conciencia social.
Siempre he
escuchado que Pereira es algo así como un Medellín talla S, pues no se de dónde
sale la comparación. Pereira en sus últimos años ha aumentado su población, la
ciudad cuenta con 467.187 habitantes donde el 84,2% se concentra en el casco
urbano. Una ciudad intermedia “caótica”,
desplazarse por la vías internas de la ciudad es toda una carrera de
obstáculos, las vías se deterioran a un paso veloz, un incremento del parque automotor
en los últimos 5 años de 26,4 por ciento, según un informe presentado por el
programa Pereira Como vamos, ha agudizado la situación. Las obras de
valorización, obras segmentadas, son paños a heridas que requiere antibióticos,
la rapidez del incremento del parque automotor es 100 veces más veloz que las
acciones de nuestros alcaldes.
Pereira es
una ciudad que crece desordenadamente, el POT es un desastre, pasas de una
calle a otra y cruzas a dimensiones desconocidas, la cultura ciudadana se desvaneció,
el espacio publico se privatizó a cambio de puestos públicos y votos en
elecciones. El programa recién abordado por la alcaldía de siembra de arboles
son actividades jocosas a las soluciones que requiere la ciudad en tema de
movilidad, espacialidad y habitabilidad, al paso que vamos el tiempo perdido
será irremediable, estamos más cerca de ser una ciudad obsoleta que parecernos
mínimamente a una ciudad como esa que se llama Medellín, que se reconvierte a
pasos agigantados por y para sus habitantes.
Señor Gallo,
una tarea más que, en vista de la invisible gestión que ha presentado en sus
primeros meses de gobierno, estoy seguro su periodo no le va a dar ni la admiración
del pueblo, ni los recursos, ni el tiempo para aportar, no un grano de arena sino
de concreto, que es lo que necesita Pereira. La ciudad al hoyo y el alcalde al
baile, saltar un charco para las nuevas generaciones no será divertido sino
riesgoso. Yo por mi parte le digo, ¿qué hay pa’ hacer pues estoy que me hago,
tendremos que volver de nuevo a los convites?
Tomado del archivo del periódico la tarde virtual.
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