Desde
hace varias administraciones se ha hablado del Plan Maestro de Movilidad.
Aparece recurrente en varios documentos técnicos y en titulares de prensa que
anuncian un pronto Plan Maestro al respecto. Pero hoy, en julio de 2016, poco o
nada hay.
Así
como con la movilidad, la ciudad está marcada por la ausencia de Planes
Maestros en otros campos. Todo ello indiciario de la anarquía con la cual se
proyecta la ciudad, por ello las dificultades enormes que se evidencia en la
Planeación, la cual pareciera obedecer a los dictados de la contingencia y no
al cumplimiento de un derrotero trazado de antemano.
La
ciudadanía ya se habituó a escuchar frases como “preocupante aumento del parque
automotor en Pereira”. Eso se tornó en un lugar común, pero no por ello deja de
ser un asunto del mayor interés debido a que se dan varias situaciones
concomitantes: aumento exagerado del número de vehículos matriculados (en
particular, motos), escasez de vías (notorio en el corredor norte-sur y
viceversa) y la invisibilidad del peatón en todo este proceso.
Es
urgente un Plan Maestro; las negociaciones con la firma inglesa Atkins fueron
casi lo último que se supo sobre el tema, que esperaba ser resuelto el año
pasado, pero en este momento siguen la improvisación y falta de delineamiento
claros que permitan una ciudad fluida tanto para vehículos (de combustión o no)
y para peatones.
Es
inviable una Pereira embotellada en cualquiera de sus tramos, desde los barrios
populares hasta los sectores más exclusivos, para no hablar de la zona
céntrica. Se han tomado medidas sensatas, como la eliminación temprana de
varias zonas de permitido parqueo y el avance en algunos corredores viales,
como la conexión El Dorado – Samaria, pero es indudable que todo esto quedará
como un paño de agua tibia si no se traza una política de largo plazo, la misma
que debe quedar inserta en un Plan Maestro de Movilidad.
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