El torneo de fútbol ocho, uno de los campeonatos más destacados de Pereira, este año volverá a reunir a todas las familias alrededor del deporte. La final será el 31 de diciembre, con rumba comunal en la que el ganador dona uno de sus premios: el marrano.
Los jóvenes hicieron la limpieza y adecuación de la cancha. |
Por ahora, desde la Oficina de
Parques ya les dieron una mano con la poda de varios de los árboles que rodean
el escenario y que dificultaban la vista. Por ahora, algunas de las tareas
pendientes incluían recoger ramas y demás follaje tendido por el piso y que los
funcionarios no recogieron.
En su novena versión, este torneo
tiene este año ocho equipos inscritos, los cuales disputarán durante 15 días –hasta
el 31 de diciembre– la disputa de la gloria en la comuna y también los carnudos
premios que deja: un marrano, dinero en efectivo (400 mil pesos, dijo alguien)
y otros incentivos.
Este campeonato convoca no solo a los
jugadores, también a sus familias quienes todos los días estarán animándolos.
Pero en esta oportunidad, durante la final no estará Alexis Molina, un joven
que dedicó todos sus esfuerzos a la organización de los más recientes familias:
saldrá definitivamente de la ciudad para poderse reunir con los suyos.
La Copa cuenta con el apoyo del
comercio barrial, muy movido por cierto, además de personas como el licenciado
Milton Londoño –quien también es árbitro–, José Quintana y Manuel Marín, entre
otros.
Sabor a fútbol
“En este barrio somos muy
afiebrados por el fútbol”, dice Milton, mientras otros de los organizadores lo
escuchan en silencio. Él es el vocero y todos apenas asienten cuando él habla. Sus
alrededor de 2.500 habitantes viven el fútbol con mucha intensidad, tanto que
la cancha es el centro de todas las miradas.
De este lugar, de Villa Elisa, es
el defensa izquierdo Edwin García, campeón de la Copa Libertadores en el 2004 con el Once
Caldas y quien ha asistido a varios de los campeonatos como espectador. En la
actualidad juega con el Deportivo Pereira.
El campeonato tendrá su partido
final el 31 de diciembre a las 3 p.m. Luego, como ya es tradicional, los
ganadores recibirán su marrano, donado por una carnicería del barrio, para
luego empezar la comunal fritanga y el sancocho, y así compartir con todos los vecinos
del barrio en una fiesta que une a todas las familias, las cuales se amontonan
por centenares para convertir esa cancha que hoy luce arreglada y convertirla
en la mayor pista de baile de la ciudadela Cuba: allí gozan más de dos mil
personas hasta las primeras horas del primero de enero.
Lo mejor de todo: nadie se mete problemas. “No
hemos tenido riñas, incluso los que están más borrachos son llevados a una casa
aledaña para que pasen la rasca y así puedan regresar a disfrutar más tarde”,
dice Edwin, lleno de nostalgia mientras se toma una cerveza, la misma con la que
trata de hacer más llevadera la despedida de este, su barrio.
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