Cuando los aviones despegan, la gente se despide moviendo sus brazos con la idea que su familiar o amigo lo está viendo pe |
A propósito de las obras de modernización del aeropuerto, este escenario ha sido un punto de actividad para miles de pereiranos, que los domingos en familia salen a comer mazorca y ver volar aviones.
"Cómo es de bueno ver volar aviones, claro la gente por eso viene, se siente come algo y luego se va contenta para la casa", dijo María Rubira Marquez, quien vende mazorca hace 19 años en el lugar.
Eso mismo piensan los niños, los papás, las mamás, esos amigos que deciden visitar el aeropuerto como plan familiar cada fin de semana. Se dejan seducir por el cielo, por el rugir de las turbinas, por el despegar y el anhelado arribo de las aeronaves, que traen y llevan turistas. Los aviones son sinónimo de ilusión, de poder llegar algún día, más allá del cielo, más allá de los sueños.
El aeropuerto entonces no es solo un destino, es el lugar de paseo de decenas de personas que no olvidan los tiempos memorables cuando ir a ver volar aviones era el mejor parche, la mejor experiencia de quienes hoy son nuestros padres, o de quienes hoy todavía nos sorprendemos cuando eso tan grande que llaman avión, conquista los cielos.
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