El vino es una de las
bebidas más antiguas de las que se tenga registro. A lo largo de la historia,
ha acompañado a toda clase de héroes y villanos, protagonizando diferentes
bacanales y pasando por toda clase de mitologías que lo envuelven en una
especie de rito.
Actualmente, y gracias a los vestigios de su creación, preparación
y usos, se acostumbra tomar vino para todo tipo de ocasión, pero sobre todo
para celebrar importantes acontecimientos. No obstante, existen ciertas reglas
básicas a la hora de escoger cuál es el vino apropiado. Para empezar, es
necesario explicar que existen alrededor de 6.000 cepas en el mundo. Por ser
una variedad de uva, cada país y región, dependiendo de sus condiciones climáticas y de suelo, tiene una amplia diversidad para todo tipo de
gustos.
Principalmente, se pueden encontrar cepas de vino blanco, tinto y
rosado, siendo las tres favoritas a lo largo del continente americano. Según la
sommelier Nadia Chujfi, profesora de técnicas de elaboración de cocteles en la
Fundación Universitaria del Área Andina, existen varias formas de saber cómo se
puede escoger la cepa de vino apropiada para cada ocasión. “El mundo de la
viticultura se puede dividir en dos partes: el viejo y el nuevo mundo”,
comenta.
En los supermercados se puede encontrar toda clase de vinos, tanto
europeos como americanos o australianos. A partir de allí, el vino elegido
depende del gusto del anfitrión, pero sobre todo, del plato que se servirá en
la reunión o festejo. “Muchas veces dicen que depende del paladar, hay gente
que quiere combinar por experimentar, pero realmente esto tiene su ciencia”, añade.
Es importante mencionar que las reglas existentes para escoger el
vino perfecto han sido estudiadas por chefs reconocidos alrededor del mundo,
por lo que no es un capricho el que las carnes rojas bien condimentadas estén
acompañadas por un vino tinto, por ejemplo.
Por maridajes: tal como los matrimonios, una pareja se une para
crear el plato perfecto. Existen maridajes por regiones; vinos que se combinan
con la comida autóctona de la región específica donde ha crecido su cepa. Asimismo,
encontramos el maridaje por contraste, a partir de los sabores que percibimos
en el plato (ya sea dulce, salado, ácido o agridulce) se escoge la cepa que
contraste. “En este caso un ejemplo sería contrastar un vino dulce, como un
Sorte, con un queso azul, potente y cremoso, lo que nos contrastaría los
sabores dulce y amargo”, explica la sommelier.
Por otro lado, tenemos el maridaje por similitud: de acuerdo a los
descriptores aromáticos, podemos escoger
el vino indicado. Esta clase de maridaje funciona para los platos que crean
diferentes aromas, como es el caso de las salsas o los alimentos que contienen
hierbas. “Una salsa blanca saldría bien con un vino blanco que es herbáceo,
pero también depende de la textura”, indica Nadia. Combinar sabores muy fuertes
con vinos blancos no permitirá degustar los sabores, ya que esta clase de
cepa tiende a ser astringente y ácida, por
lo que se recomiendan preparaciones más ligeras.
“Un plato que esté bastante condimentado quedaría en su punto si se
le agrega vino tinto”, indica Nadia con lo que pasaríamos al maridaje por
líquidos, donde escogemos dos platos que no tienen ni similitud, ni contraste,
por lo que se le puede incorporar vino para que adquiera esos descriptores
aromáticos. “El objetivo del maridaje es crear una sensación de placer,
estimular el paladar”, se saborea la sommelier.
En los supermercados
Hoy día los vinos ya no tienen una vida muy prolongada, por lo que
dependiendo de cómo se conserven es posible alargarles la vida.
La primera recomendación que hace la sommelier es escoger los vinos
que se encuentran escondidos en las góndolas. “Un lugar donde no les dé la luz,
causante principal del deterioro”. Por otro lado, hay que evitar lugares donde
haya mucha vibración y ruido por el paso de la gente. “Los vinos son muy
sensibles, necesitan lugares oscuros, sin choques térmicos y con buena
aireación, para que puedan vivir un poco más”, declara Nadia.
Dependiendo del vino, es importante si la botella está acostada o
parada. “El vino está vivo, siempre está en constante evolución”, explica Nadia
refiriéndose al vino como una persona. “Generalmente el vino blanco lo
representan como una mujer; el tinto es más masculino y el rosado es un
comodín, combina casi con todo”.
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