lunes, 9 de diciembre de 2013

Editorial / Vecinos

Gana el blanco

Colombia se apresta para un nuevo año electoral, en el cual se elegirán congresistas y el Presidente de la República. De nuevo la democracia, al parecer la menos imperfecta de las formas de gobierno, pondrá a los ciudadanos en la difícil tarea de elegir entre un abanico en apariencia diverso.

Se afirma “en apariencia”, pues si se mira con detalle a cada uno de los candidatos a las corporaciones y a los presidenciables, apenas queda el desconcierto de confirmar una intuición: casi todos ellos representan más de lo mismo. De todo eso que nos ha quedado en poco más de 200 años de vida republicana: desgreño, corrupción, nepotismo y engaño.

Por eso no resulta desconcertante constatar los resultados de una encuesta reciente realizada por Gallup y difundida a través de varios medios. En ella, que explora la intención de voto entre los candidatos en ese momento inscritos, los resultado obtenidos son más que dicientes (Voto en blanco: 30.6%, Juan Manuel Santos: 27%, Óscar Iván Zuluaga: 14.9%, Antonio Navarro: 12%, Clara López: 7.2%).

Este es, sin duda, un llamado de atención para la clase política, no solo nacional, pues en nuestra ciudad sí que vivimos en carne propia la ineptitud y deshonestidad de quienes dicen representarnos. Votar en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos” y “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector”, según la Corte Constitucional.

La abstención, históricamente elevada, le ha hecho un gran daño a los procesos democráticos en Colombia y ya es hora de poner en práctica el voto en blanco, que algunos consideran como abstención activa, pero de ningún modo equiparable a aquella otra.    

Recuerde que es falso eso de que la cantidad de sufragios en blanco se le suma al candidato que obtenga la mayoría de votos. No. En cambio, sí es cierto que si en una elección los votantes en blanco obtienen la mayoría absoluta, esta jornada electoral debe repetirse con otros candidatos que permitan opciones distintas.

En Colombia toma fuerza esta iniciativa, una manera democrática de reaccionar ante una casta política considerada ruinosa para el país, que no ofrece alternativas y que, cuando se ventila como alternativa, al asumir el poder termina reproduciendo los males de los partidos tradicionales.


Por eso, campañas como “Nadie Presidente. Creo en nadie. Nadie me cumple sus promesas de campaña”, llaman la atención, pues demuestran un hastío enorme de una ciudadanía que, pareciera, despierta de manera lenta de esa apatía con la cual se beneficiaban los de siempre: los políticos inescrupulosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario