miércoles, 29 de mayo de 2013

Circunvalar: Un pacto con mucho ruido

Aunque entre la comunidad, en particular la Veeduría Ciudadana y los socios de Asobares, hay expectativa favorable respecto de los alcances, algunos entes como la Carder y la Personería guardan reservas.

                                                Leonor Mary Marmolejo

“Cuando se dan procesos de años, donde la administración no se ha ocupado de esto, usted no los resuelve en poco tiempo”, afirma Leonor Mary Marmolejo, presidenta de la Veeduría Ciudadana, al referirse al control del ruido causado por los locales dedicados a la venta de licor en el sector de la Circunvalar.
Hasta el 23 de abril, 18 bares habían firmado el pacto de autorregulación, de acuerdo con información de María Camila Rodríguez, directora ejecutiva de Asobares. Como mecanismo de incentivo, la secretaría de Gobierno y la Personería han suspendido los procesos que corrían contra los infractores. Según registros, en la zona de la Circunvalar funcionan 43 bares.
Luego de las primeras firmas se ha notado un descenso en el nivel del ruido, aunque los vecinos están expectantes a que más negocios se sumen al pacto y que se cumplan las normas exigidas para la insonorización de los locales, tanto los actuales como los futuros. “Los dueños de los locales irán bajando los decibeles, progresivamente, tendrán dos meses para ir bajando el nivel del ruido”, dice Marmolejo. “Hay todo tipo de presiones para que eso no se cumpla, no es una tarea sencilla la que estamos emprendiendo”, concluye.
                                                          Iván Muñoz

Disgustos
“Es que la Alcaldía se hizo la de la oreja mocha”, afirma Juan Antonio Escobar, residente en un edificio del sector. Incluso, para Israel García Varón, habitante del edificio El Greco, algunos bares cercanos a su apartamento “están en una ramada” que no cumple con las condiciones mínimas.
Todos los negocios ubicados en la avenida que se tomaron los antejardines recibieron un plazo perentorio para que  entreguen un plan que especifique cómo van a devolver ese espacio público, o, en su defecto, cómo cumplirán con las normas al respecto y los pagos exigidos por su uso.
Escobar afirma que  “la Alcaldía ha manejado mal la cosa, pues favorece a los dueños de bares”. Aunque apoya mecanismos de convivencia, “los vecinos deben denunciar la ineptitud y la pasividad de la administración”.  Por eso, manifiesta, “no confío en quién va a dirigir el pacto”, aunque lo respalda como iniciativa.
Los reclamos de algunos vecinos han llegado hasta tal extremo que, como afirma Álvaro Duque, “me eché de enemigo al dueño del bar ubicado en seguida de la casa de mis padres”. Luis Alfonso Martínez, administrador de El Greco, comenta que el ruido es insoportable y pareciera subir de volumen a medida que avanza la madrugada.
Para los asistentes, se dan varias transgresiones: ocupación indebida de los antejardines, irrespeto del uso mixto del suelo, además del evidente sobrepaso del nivel máximo de ruido.
No debería haber discotecas, si se respetara el uso del suelo. “Algunos bares abren a las 3 o 4 de la tarde, pero más tardecito se convierten en discotecas”, dice Marmolejo. O se respeta la norma, o les toca irse, es el consenso entre los asistentes.

                                                 Juan Antonio Escobar

Asunto complejo
Lo que se destaca de fondo, según los vecinos, es un problema grave de ordenamiento en la Circunvalar, del cual el ruido es por el momento lo más visible.  Aseguraron que respetan la libertad de empresa, pero no a un costo tan alto para la tranquilidad de los residentes, quienes en últimas fueron los primeros en habitar la zona, mucho antes de la llegada de los bares y locales similares. La legitimidad de bares y restaurantes para estar en Circunvalar, según ellos, no está en discusión. Donde hay un problema es en la falta de consideración para con los vecinos.
“Venimos de una cultura del dejar hacer, dejar pasar; pero falta sentarnos a hablar para armonizar el progreso. Los escenarios se ganan a partir del diálogo, no del grito”, aporta Iván Muñoz, gerente de la Zona C. Incluso, muchas veces, la ley no basta, se requiere el respeto y acatamiento de la misma, añade.
Duque aseguró que cuando se demanda o instaura cualquier acción legal contra los bares, toca hacerlo a nombre del propietario, pues los bares cambian de nombre. De hecho, comentó García, algunos cambian de nombre para luego reabrir cuando son sancionados con medida de cierre, hasta siguen en el mismo lugar.
Escobar insistió en que algunos retan a los denunciantes con expresiones como “póngala como quiera que nosotros somos cercanos a la Administración (Municipal). Párense en la manos, que nosotros hacemos dos llamadas y arreglamos eso”. Duque complementó la anterior afirmación y entregó el nombre de un bar de la zona que actúa de manera similar.
El pacto es una propuesta de civilidad, de diálogo y búsqueda de negociar puntos antagónicos, pero si no se da cumplimiento al mismo, la Alcaldía  Municipal entrará a sancionar retomando los procesos que en la actualidad están congelados. Además, la Veeduría Ciudadana estará revisando las actas y el cumplimiento de lo planteado en las mismas.

                                                      Israel García

Objeciones
El personero Néstor Javier Arango ha dicho de manera insistente que apoya iniciativas como la firma del pacto, pero no quiere “amarrarse para futuras acciones judiciales en caso de incumplimiento de estos lugares”. Por eso no firmará los acuerdos logrados.
Por  su lado, el subdirector de la Carder, Julio César Gómez, manifestó que “no deberíamos estar aquí (en la primera reunión de firma del pacto)”, al aludir a que la normatividad es clara al respecto. Además, a través de varios medios, reitera que ellos no tienen funciones de control, las cuales le competen a la Alcaldía.
                                                 Luis Alfonso  Martínez

Tarea pendiente
Aunque no se ha abordado hasta el momento, no se descarta que en el mediano plazo también se busque solución al desorden e inconformidad causados entre los residentes de la zona aledaña a laUTP, debido al ruido exagerado de los bares, según comentario de un vecino.
Las quejas de los vecinos han sido reiteradas y con seguridad que allí también se necesita autocontrol o la toma de otro tipo de medidas por parte de las autoridades.

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