miércoles, 29 de febrero de 2012

Arte – estudiante universitaria


Tatuar es pintar sobre la piel

Carolina Montoya Molina es una joven universitaria que cursa último semestre de la licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), pero además de dedicarse a la pintura es también una tatuadora talentosa.

Esta mujer de 23 años decidió inclinarse por la pintura cuando tuvo la oportunidad durante su vida académica, y afirma escoger técnicas como “el realismo mezclado con la caricatura, pero en sí me gusta experimentar con muchas técnicas, pues el arte no tiene barrearas”.

Si bien en un comienzo sus familiares le pagaron la carrera, esta estudiante ha sido merecedora de cinco becas a lo largo de su trayectoria en la UTP, y con modestia dice: “solo pagué un semestre con un dinero que había conseguido tatuando, los otros semestres estuve becada, pero no me acuerdo cuales, sé que este último estoy becada”.

Carolina Montoya es apasionada por la pintura y el dibujo, pues asegura que un tatuador que no dibuje no puede ser considerado como tal. 


Además de ser una estudiante destacada, Carolina Montoya también dicta clases de pintura a los pensionados de la universidad, como parte de un proyecto propio que asegura disfrutar, “ya que me respetan mucho y hacen su trabajo con dedicación, caso que no ocurre con las clases particulares”. Y aunque dicta clases, no le gustaría seguir en la docencia o vivir de ella.

Los comienzos

Sus inclinaciones artísticas van más allá de las expresiones tradicionales del arte y la han llevado al mundo de los tatuajes. Montoya recuerda que “cuando era pequeña mi mamá solía llevarme a la Costa y me hacían tatuajes temporales, y estando en el colegio me encantaba rayar a todas mis compañeras”, pero fue cuando cursaba tercer semestre cuando sufrió una fractura y dislocamiento de su hombro, cuando deicidió aprender a tatuar y fue instruida por Simón Vélez, otro tatuador de la ciudad.

“Empecé practicando sobre naranjas, después me dejaron tatuar en algunos locales, pero tenía que pagar $50 mil a los dueños y eso era lo que cobraba por mis primeros tatuajes”, dice la joven.

En la actualidad cobra como mínimo $70 mil por un tatuaje pequeño y los precios varían dependiendo del tamaño, color y diseño.

De los 10 tatuajes que tiene uno es hecho por ella misma, pero señala que fue una experiencia desagradable, ya que “no me gusta la idea de hacerme daño, todo tatuador que se haya hecho uno él mismo sabe que no es bueno”.

Para ella “tatuar es como pintar sobre un lienzo, es hacer arte sobre la piel” y es por esta razón que nunca quiso aprender a perforar, pues asevera que “tatuar es un arte, las perforaciones son netamente estéticas”.

Esta joven artista espera recibir su título en agosto e iniciar el montaje de su propia sala de tatuajes, la cual también será galería de arte, tanto para exponer sus obras ya que nunca ha tenido una, como también para artistas locales o que todavía se encuentran en los salones de clase.

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